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Mostrando entradas de mayo, 2018

A ti, mi guerrera.

A ti, mi guerrera: tienes el mayor secreto guardado de toda la humanidad. Has conocido el limbo, te han presentado al maligno. Has sobrevolado el cielo saltando de nube en nube. Has aprendido a contar sumando estrellas, multiplicándolas por las estrellas fugaces. Bajaste a los infiernos sin quererlo, supiste lo que era feo y lo que estaba mal demasiado pronto. Ni siquiera te dio tiempo a reaccionar, ¿cómo narices pudiste salir tan elegante de aquello? Si alguien supiera qué es el infierno por el que tú has paseado, no sabría hablar, o tal vez ni siquiera respirar. Sin embargo tú, no sólo hablas, sino que cantas no sólo das luz, sino que brillas no sólo caminas, sino que bailas no sólo tocas, sino que acaricias no sólo miras, sino que iluminas no sólo luchas, sino que ganas. Dime, ¿cómo alguien tan pequeña puede ser tan enormemente grande? ¿cómo has desafiado al mismísimo diablo y has conseguido volver a ganarle? Tranquila, que no te va a

A la de una, dos... y tres!

A la de una, a la de dos y a la de … tres. Soplo las velas y pido un deseo. Quédate. (Y sigo esperando que se cumpla) Miro al cielo buscando estrellas fugaces para cerrar los ojos y susurrar mi deseo a gritos (“no porque alguien grite más fuerte se escucha mejor”) Miro al cielo ansiosa como el novio que espera en el altar a ver su destino entrar. Y me repito que aguante, que puedo encontrar en aquella constelación la estrella que más brille y mejor ilumine mis pasos hacia ti. Y sin embargo, sólo encuentro constelaciones apagadas. Camino sin luz pisando margaritas sin pétalos las mismas margaritas que ayer mirando a la luna le preguntaba al aire si me quería o si no. ¿Adivináis que salió? A la de una dos y… tres. Y repito el cuento una y otra vez. Para cerrar los ojos y dormirme soñando con tu perfume sintiendo tus caricias saboreando versos y escribiendo besos que nunca nos dimos. Lo peor es que me quedo ciega y soy incapaz de ver que creo que estoy en la última et

Que sí.

Que sí, que yo también he visto esos ojos he besado esos labios que pensé que eran míos e hice míos. Que conozco perfectamente el mapa de su espalda y sus manos han tenido mi cuerpo como pista de aterrizaje los viernes a las 3 de la madrugada. Que me he ido de cervezas con él y las risas están aseguradas y los naufragios en alcohol están sobre aviso. No me digas más que te has perdido en sus ojos porque yo he creado un refugio en ellos cuando me miraba tras la quinta cerveza de los viernes. Que no me digas más que tú le quieres. Porque no sabrás lo que es amar hasta que no nos hayas visto besarnos. Que no hace falta que le regales la estrella que más brilla porque yo le he bajado la luna con una mano mientras con la otra le regalaba mis sueños. Que no te justifiques diciendo que te abraza por las noches porque en sus peores pesadillas se ha refugiado en mis brazos y ha gritado a sus fantasmas del pasado. Que no me digas que cuando te